martes, 28 de julio de 2009

24/07 De taxis y taxistas

El viernes viene a ser algo así como el lunes pero con algunos órdenes invertidos. El día anterior ya he dejado preparada la maleta o lo que sea que me fuera a llevar. Este punto es igual y en este caso hablamos de una bolsa donde metí lo que iba a llevarme en la mochila del portátil que era lo único con lo que iba a viajar.

Luego llegar al trabajo, comer con mis compañeros sobre las 12 y a las 15:30 camino del aeropuerto previa ingesta de la imprescindible biodramina. En el taxi camino al aeropuerto la verdad es que suelo echarme una cabezadilla y me despierto invariablemente cuando la velocidad disminuye a la entrada al Flughafen de Viena. Aquí he de reconocer que en un principio pensé que Flughafen era algo así como Barajas. Vamos que Madrid-Barajas, Viena-Flughafen. Pero luego me di cuenta que no, sabiendo la similitud entre las palabras alemanas y las inglesas, no me fue difícil deducir que Hafen era muy parecido a Haven (que aunque no sea muy común es puerto, la de veces que saldría en el Señor de los Anillos) y Flug invariablmente tenía que ver con Fly así que Flughafen no era una ciudad ni un pueblo sino tan solo el Aeropuerto de Viena.

El taxista, el mismo que me recogió la primera semana y que me comentó que iba a ir este verano a Mallorca, me había llevado por los pueblos de Viena porque le habían dicho que la autopista estaba cortada por culpa de una accidente. Yo tenía curiosidad por ver cómo serían esos pueblos pues siempre veo lo mismo (si no estoy dormido ni leyendo) los molinos de viento y "Petrzalca" ya aquí en Bratislava, pero el sueño me pudo y no sé por dónde tiraría. El caso es que fueron 5-10 minutos más tal como me había dicho. Me despedí de él y pensando que no podrá recoger a mi visita pues se va de vacaciones el mismo día que la visita viene. Y es una pena porque de los taxistas de esta empresa que he tenido, es el más majo quizás también porque es el mayor. Luego hay otro que también es simpático y luego otro par que son más bien bordes pero bueno.

Una vez en el aeropuerto, saquí mi tarjeta de embarque con menos problemas de los esperados (en la web de Air Francia no me dejaba a pesar de que todo era aparentemente correcto) y no se repitió lo de la semana anterior cuando no encontraban el número en los ordenadores. Tras eso, pasé ya para embarcar, me dieron un rasca-gana de los que siempre ofrecen y esta vez me tocó una pelota de playa que hizo al día siguiente las delicias de mi ahijada. Y poco más, los aviones de costumbre, terminar el libro (1984), empezar el segundo que siempre llevo por si acaso y sobre las 11:30 llegar a Málaga para aparecer por casa casi a las 12.

Ah bueno, sí que hubo una cosa graciosa. Me encuentro con un taxi "espacial" donde la puerta se abría apretando un botón desde fuera o bien desde dentro. El taxista era aparentemente lugareño y luego por el habla vi que así era además de llevar 21 años de taxista pero encima del taxímetro o del gps, no recuerdo, había una bandera mexicana y a un nivel bastante bajito, pero todavía audible, sonaban las típicas rancheras mexicanas. Se ve que le gusta el país y las costumbres, no sé. El caso es que llegando a mi casa le empiezo a indicar la parada de autobuses en la que quería bajarme y me pregunta que cuál era la calle. Le digo que sé la calle en la que vivo pero la otra la verdad es que no lo sé pero que da igual porque solo tiene que girar a la izquierda y parar en la parada. Entonces me insiste en lo de la calle, yo le insisto en que no hace falta y que yo ya le indico. Y entonces viene el momento fantástico:

"Indicarme, indicarme, ¡¡¡qué manía con indicarme!!!. ¿Pero por qué tiene que indicarme, si me conozco esto perfectamente, que llevo 21 años de taxista?".

A lo que no tuve más que contestarle … "Y yo llevo viviendo aquí toda mi vida y no me sé el nombre de esa calle pero independientemente de eso, tendré que indicarle el lugar de la calle donde me quiero bajar ¿no? ¿O eso también lo sabe?".

Entonces parece que el hombre se dio cuenta tanto de su confusión como de la inconveniencia de su comentario y empezó a pedir disculpas … hubiera sido mejor si se hubiera estado calladito pero bueno, tampoco pasa nada, un "herror" lo tiene cualquiera. Así que le pedí que me diera el ticket por una cantidad de 20 euros redondeando así lo que marcaba el contador digital. Y entre disculpa y disculpa me dio el papelito, me voy y cuando lo miro veo que me había dado el ticket sin redondear. Afortunadamente eran solo unos céntimos pero parece que cuando empezó con el taxi hace 21 años, el sistema de los tickets era el tradicional y todavía no había conseguido acostumbrarse al nuevo :-).

Y nada, eso es todo, hasta el día de ayer cuando volví, una semana más, a la ciudad donde me estoy refugiando de los rigores del verano de Málaga, pero donde puede que, para compensar, sufra los rigores del otoño :-).

Un saludo, Domingo.

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