Hoy jueves ha empezado con una buena noticia: me han traído la maleta. ¡¡¡Por fin!!!. Luego la verdad es que el día laboral tampoco ha dado para mucho más; allí trabajando, trabajando allí. A la hora de comer me he pedido unos gnocci sin saber que lo eran y poco más
(por cierto, se ve que a esta gente les gusta bastante el queso y hay muchos platos con queso o salsa de queso).
Luego por la tarde he seguido con mis cosas hasta que aproximadamente a las 7 menos poco decidí que ya era hora de hacer las maletas. Bueno en este caso no de hacerlas, sino de cogerla y llevarla al apartamento. Y eso he hecho: la he cogido y para el apartamento. De hecho, he recorrido con ella a hombros más o menos la mitad del camino y tirando de ella por aceras algo más aceptables, la otra mitad. La noticia positiva es que el hombro todavía se acuerda de aquellos viajes a por cajas de leche de doce paquetes que luego se subían bien de una en una o bien de dos en dos.
Llegando ya al edificio del apartamento, me ocurrió una cosa curiosa. Dos hombres de raza asiática se afanaban en arrancar un coche al que habían conectado la batería de otro a través de las típicas pinzas. Como no escuchaba el ruido del motor del coche "que ayudaba" estuve tentado de parar a decirles que tuvieran cuidado no fuera a ser que se quedaran los dos coches sin batería. Pero pensé que probablemente mi buena intención no sería entendida. Ni la intención ni el idioma que utilizara para comunicarme con ellos, probablemente.
Así que pasé de largo y unos metros más adelante, veo un chico asiático de unos 10 años pero bien alimentado, nada que ver con la típica complexión delgada que probablemente tendrán sus progenitores. El caso es que me voy acercando (tenía que pasar por el lado de ese edificio) y veo que el chaval se mete dentro del portal y no sé si se aseguró de si estaba bien cerrado o no. Pasé de largo y un minutillo después ya salió. La verdad es que llegué a pensar si no estaría viendo visiones porque no es la primera vez que alguien parece huir de mí aquí en Bratislava. No sé si lo conté pero la primera fue alguien en las escaleras del trabajo. Aparentemente estaba esperando y al llegar yo para subir al otro piso, la persona en cuestión se fue como alma que lleva el diablo. Y al día siguiente una persona en una parada de autobuses salió medio corriendo y cada dos por tres miraba ... supongo que a ver si venía el autobús antes de que le diera tiempo a alcanzar la otra pared. Pero ciertamente nunca me había pasado lo de aquella vez.
El caso es que en ambas ocasiones entendí que tenían prisa, habían intentado coger un autobús diferente o lo que sea. Pero esta vez aparentemente no había nada raro. ¿Misterios? :-P.
Falta por contar lo del segundo viaje al centrum y, por supuesto, la primera experiencia con el tranvía. Pero eso será ya mañana.
Bueno, en realidad no fue exactamente al día siguiente sino a la semana siguiente :-). Intentemos recordar cómo fue.
Primero, el tranvía, con un aspecto de como hace unos 20 años, al igual que muchos de los autobuses que por aquí se ven. Había mirado yo en alguna imagen que todavía debe estar por ahí en el disco duro, las líneas de autobuses y tranvías (lo mismo alguna vez escribo metro porque es lo primero que me sale). En particular, había visto que la 207 era la que tenía más cerca del apartamento y, por otro lado, había leído que los viajes eran más rápidos porque no tenías que esperar autobuses. La verdad es que no sé si son otros tranvías, algún tren o metro que haya por ahí o qué pero la verdad es que sí se paran en los semáforos.
El caso es que llego a donde pensaba que estaría la parada, bastante cerca del apartamento, y efectivamente ahí estaba. Pero vi un tranvía bastante más viejo de lo que esperaba y completamente parado. De hecho, pensaba que estaba vacío, como aparcado, hasta que vi al conductor. Saco mi ticket en la máquina (esta sí funcionaba) y me acerco con mi ticket para un viaje de 15 minutos pues entendía que con eso era suficiente hasta el centro, teniendo en cuenta que yo andando quizás pudiera tardar 30. Total que el hombre sale, le enseño el ticket, le pregunto y me responde que si sé alemán. Dos palabras, podía haberle dicho, pero me quedé en blanco. Además da igual porque mis dos palabras no me hubieran bastado para explicarle que quería ir al centro.
Me dice algo, como que tengo que ir para adelante y le pregunto que si es a al "autobusova stanica". Me dice algo que probablemente debía ser dónde estaba la autobusova y que el tranvía iba al centro. Entonces se me ocurre preguntarle por la plaza en la que sabía que tenía que bajarme pero no recordaba el nombre. Total que así continuamos en un pequeño diálogo de besugos hasta que se pone en disposición de marcharse. En ese momento me monto, le enseño el ticket y me dice que 15 minutos ... que sí que más o menos. Imagino que pensó que si me multaban sería culpa mía. Luego comprobé cómo funciona lo del tiempo. En la parada de autobuses hay un horario de paradas en el que te dicen la hora a la que pasa y el tiempo que tarda en llegar a cada una. En particular la plaza a la que yo iba estaba a 16 minutos de distancia.
La diferencia de precio eran 20 céntimos, de 50 a 70 céntimos pero yo no quería gastarme más de 50 céntimos porque solo tenía un euro suelto :-). Por ese motivo estaba también decidido a bajarme en el sitio que fuera si pasaban los 15 minuto y no había llegado. Total que el tranvía arranca y veo que en un armazón antiguo, con los antiguos asientos de metal que fueron sustituidos hace unos años por otros con mejor aspecto, hay incorporados modernos sistemas de indicación de paradas (tampoco de la NASA, pero modernos). En uno de ellos se iba marcando la parada actual y las siguientes. Ahí pude ver rápidamente cómo se llamaba la plaza a la que me dirigía.
Igualmente, pude ver que en el ticket quedaban unas marcas de haber sido perforado y la hora a la que fue perforado. En la misma máquina y en la de las paradas se podía ver la hora por lo que sabías en todo momento si te estabas pasando o no. Por cierto que según parece la máquina de picar los billetes funciona durante 20 o 40 segundos, no recuerdo, y si tardas más en picar, no te admite en billete. Si en esas te llega un inspector te puede clavar 50 euros de multa sea cual sea la infracción que hayas cometido.
Así que yo tenía claro que no quería que me pillara el revisor y miraba, casi con osbesión, las paradas y la hora. Los 15 minutos se cumplieron justo en la penúltima parada pero yo no sabía si estaba cerca o lejos de la última así que esperé: si el revisor subía, yo me bajaba dentro de mi tiempo, si no subía nadie, me bajaría en mi parada esperando que no hubiera revisor que me pidiera el ticket al bajar. No hubo ningún revisor.
Me bajé en una plaza muy grande, con una especie de bola en medio y rodeada por lujosos y grandiosos hoteles, principalmente. crucé y me dirigí hacia donde ponía que estaba el centro y donde yo solo veía el castillo. Tras dar lo que podría llamarse una vuelta muy tonta, de unos 5-10 minutos, volví de nuevo a la plaza decidido a encontrar esta vez el camino bueno. Eso sí, por el camino me pasé por los jardines imperiales que había justo detrás de la plaza y que eran bastante parecidos a los que ya había visto la otra vez. Tras hacer unas fotos, me fui para la plaza, crucé por el paso subterráneo que desembocaba en la entrada a uno de los lujosos hoteles (el Hilton, probablemente). Allí vi que el mismo camino que tomé antes podía seguirse hacia abajo en una dirección que probablemente llevaría al Centrum.
Efectivamente uno o dos minutos andando y ya llegué a la entrada a lo que es el casco antiguo. Iba a dar una vueltecilla parecida a la de la vez anterior pero esta vez cambié un poco. La diferencia no fue mucha, vi algunas calles aledañas y llegué a la misma plaza donde había música en vivo. Escuché unos segundos y me fui. Me paré un segundo en una especie de puestecillos que había en la plaza donde, en cada una, había una foto de un compositor famoso que alguna vez había tocado en Bratislava. No me he acordado de preguntarlo pero Franz Liszt estaba dos veces y las dos veces alguien había rallado el cartel donde ponía "un compositor húngaro". De hecho estaba en eslovaco y en inglés en los dos stands y en los cuatro sitios "húngaro" estaba tachado.
En esto que escuché algo que me suena familiar. ¿Están cantando en Español?. Volví sobre mis pasos y, efectivamente, entre una cohorte de músicos aparentemente eslovacos, había un bronceado sudamericano, ¿cubano quizás? cantando un tango. Me quedé una canción y me acerqué al cartel donde lo anunciaban: "Porque tango" se llamaban. De hecho, si alguien quiere escucharlos, esta es la web:
http://www.porquetango.sk/
Se ve que la plaza tiene bastante uso así que habrá que aprovechar cuando se pase de nuevo por allí. Seguí dando unas vueltecillas por el centro, viendo sitios y cosas nuevas (normal para la segunda vez). Intenté ver también más o menos los límites del centro y cuando consideré que ya era el momento adecuado, me dirigí de nuevo a la plaza del tranvía. En el camino encontré una tienda donde vendían las típicas postales y guías de la ciudad. Compré una postal para llevársela a los del fútbol de los jueves, que por ahora se tendrán que conformar con una postal para todos, y salí por una calle que no era la que debía haber tomado. De todas formas sabía más o menos donde estaba y al llegar al final, vi que efectivamente así era. Tomé de nuevo el camino para la parada del tranvía y mientras esperaba me dio tiempo a ver lo de los horarios y el tiempo. Saqué otro ticket de 50 céntimos que al final se demostró más que suficiente porque la vuelta tardó 12 minutos.
Eso sí, la vuelta no fue tan agradable como me hubiera gustado. En primer lugar porque en el tranvía se montaron la típica panda de niñatos haciéndose los graciosos (uno hacía como que vomitaba en dirección a la puerta principal o al conductor, no lo sé muy bien) y no paraban de hablar en alto y decir lo que supongo que eran tonterías. Además un par de ellos no tenían el pelo muy largo por lo que independientemente de que lo fueran, lo parecían (cabezas rapadas). Al final no pasó nada, se bajaron dos o tres paradas antes que yo si meterse con nadie pero sí habiendo dado el espectáculo.
Y lo peor de la vuelta fueron los mosquitos. No sé si fue por las lluvias de las últimas semanas o qué pero ese día había una cantidad de mosquitos impresionante. De igual forma los debe haber habido todo el fin de semana aunque afortunadamente parece que hoy ya había menos.
Y poco más, la semana pasada acabó bien, sin problemas de aviones y, por primera vez desde que estoy aquí, sin tener que mover maletas :-).
Un saludo, Domingo.
Un saludo, Domingo.
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