miércoles, 7 de octubre de 2009

29/09 Air France

Esa semana fue más cortita o mucho más larga de lo común, según se mire. Hacía más de un mes que tenía los billetes. De hecho hacía más de un mes que tenía todos los billetes, no solo los de esa semana, pero el motivo era precisamente esa semana. No tenía ni idea de por qué pero con más de un mes de antelación sabía que no era posible viajar el lunes y volver el viernes tal como suelo.

En su momento no supe por qué era. Imaginaba que habría algún tipo de convención en París que había pillado también las conexiones a través de Viena. Luego pensé que más bien sería al revés, alguna convención en Viena ya que lo de París explicaría quizás lo del viernes en todo caso, pero no lo del lunes. Llegado el momento, mi teoría cambió y pensé que lo mismo era todo por la elección de la sede de los JJOO para 2016 que se realizó en Copenhague. Pensé que lo mismo habían asistido una gran cantidad no solo de mandatarios sino también de políticos, politicuelos, politicuchos y demás especies.

Pero tampoco, a la semana siguiente me enteraría ya de cuál fue la razón. Y la razón no es otra más que la fe, que mueve montañas. Y en este caso la fe cristiana porque el Papa había estado en Praga durante esa semana. Naturalmente muchos eligieron Viena como etapa intermedia.

Pero bueno, el caso es que mi jefe no quiso pagar por un billete de avión lo que normalmente costaban dos y no me quedó más remedio que pasar el fin de semana en Bratislava, retocando también un poco las fechas de ida y de vuelta. Esa fue la razón por la que esta vez volaba un martes.

El martes en cuestión, me levanté, cogí el vuelo hacia París aunque no sin haber desayunado antes en Málaga, en la ya famosa sala. Allí por cierto me enteré de por qué me daban invitaciones en vez de pasar directamente con el billete y era por lo de ser un vuelo de Air France aunque operado por Air Europa. De hecho, esta vez no me dieron invitación, me dijeron que pasara simplemente a la sala. Llegué allí y la muchacha al no ver la invitación y ver la "tarjeta" que llevaba que no era más que la que se puede imprimir de internet y parece más bien una fotocopia que otra cosa, llamó de nuevo. Tardaron algo pero al final le dijeron que me dejara pasar y eso hizo. Yo vagabundeé un poco por la sala y encontré leche caliente y fruta seca con los que me fabriqué un tazón de cereales ... o algo así que me gustó mucho y que me propuse repetir cuando tuviera ocasión.

Tras eso, estuve prácticamente solo un rato más y finalmente procedí a embarcar. El viaje fue como siempre y al llegar a París me fui ipso facto para la sala VIP pues sabía que tendría que esperar más tiempo del acostumbrado. Otro de los efectos del cambio de fechas era que esta vez no cogía el vuelo que normalmente cogía sino uno más tardío. Estuve en la sala y allí desayuné nada más llegar, fui testigo de cómo cambiaban la "configuración" de desayuno a comida y entonces probé los sandwiches (también cogí una barrita de cereales) y finalmente, llegada la hora, fui al segundo embarque del día.

Allí me encontré con cierta sorpresa que el avión era de Air France y no de Austrian Airlines como había sido hasta aquel momento. Claro, el cambio de hora no solo era un cambio de hora, era también un cambio de compañía. Entré y me recibió la sobrecargo que me preguntó si hablaba francés y de dónde era. Me pareció que cumplía casi con excesivo rigor sus labores de seguridad pero luego me di cuenta de que probablemente es su costumbre. Es posiblemente la sobrecargo más "extraña" que jamás haya visto y proporcionaba realmente una atención casi personalizada. Debería tener unos 40 y tantos o 50 años y hablaba como mínimo inglés, italiano y francés pero no hablaba alemán. De hecho, nadie en el avión hablaba alemán ya que dijeron por megafonía varias veces que la tripulación hablaba francés, inglés, italiano y español (creo que esos cuatro idiomas).

No sé si se mostraban tan amables porque en ese vuelo debería haber alguien que hablara alemán y no lo había pero el caso es que efectivamente siempre fueron muy amables. Luego se pasó varias veces por el avión preguntando a todo el mundo como estaba y a mí me volvió a preguntar si era el español.

Por último, por si tuviera hambre, también nos sirvieron algo para comer, unos pinchitos con verduras, creo. Desde luego nada que ver ni con los sandwiches de Austrian Airlines ni, menos todavía con Air Europa que no da ni la hora. El resto del viaje bien, leyendo hasta casi acabar "El nombre de la rosa" y una vez en Viena, me esperaba el taxi para Bratislava a donde llegué un par de horas después de lo acostumbrado.

El resto de la tarde pues trabajando lo que pude, salir tarde como casi siempre y poco más. Al día siguiente más o menos igual. Eso sí, con la sensación de ser martes cuando en realidad era miércoles, pero más o menos igual. De hecho pasaba el tiempo y yo no preparaba nada para el fin de semana, aparte de saber que quería ir a visitar Viena.

Y lo mismo aplica para el jueves y el viernes. Ambos días estuve trabajando hasta tarde y, como mucho, me acercaría a comprar al Lidl. De hecho al Lidl sí recuerdo que fui porque compré jamón ahumado para hacerme unos bocadillos el fin de semana, compré también fruta, zumos, agua etc. Eso posiblemente sería el mismo jueves o incluso el viernes.

El viernes se dio la circunstancia especial de que mis compañeros por primera vez me vieron quedarme (la otra vez me pedí el viernes) y alguno a las 6 ó 7 de la tarde me preguntaba con una sonrisa en los labios que si ese día me quedaba ... cuando obviamente estaba claro que sí. Pero bueno, el humor no ha hecho nunca daño a nadie :-).

Y pasaremos ya al capítulo Viena con todas sus "cosas a última hora".

Un saludo, Domingo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario