miércoles, 7 de octubre de 2009

21/09 Primera Casi

Sí, Primera Casi en vez de Primera Clase :-). En realidad fui en Primera Clase pero casi que se lo podían haber dado a otro que lo disfrutara más que yo. Pero bueno, no adelantemos acontecimientos.

Llegué como siempre al aeropuerto y, por tercera semana, me dirigí a la cola VIP para luego, por segunda semana, ir a desayunar a la sala VIP. Llegué a la cola y observé con sorpresa que su longitud era prácticamente la mitad de la de la otra cola, la de clase turista. Entonces pensé por un lado que, a veces, esa cola tampoco servía para mucho mientras pensaba en que era afortunado por tener que esperar la mitad de cola, sensación que probablemente contrastaría con la sensación de infortunio que más de uno sentirá cuando vaya a su cola VIP y se encuentre con que, a pesar de todo, sigue teniendo que hacer cola.

Eventualmente la cola pasó, saqué mi billete y para la cafetería. Allí me encontré a mi antiguo compañero y estuvimos charlando los cinco o diez minutos que transcurrirían entre que yo llegué y que, desayunado, nos dirigimos hacia la puerta de embarque. En ese lapso de tiempo, además del desayuno, también fuimos testigos de cómo un par de franceses se pimplaban su cervecita y sus aceitunitas a la nada despreciable hora de las seis y media de la mañana.

Camino a la puerta de embarque, se pararon para saludarlo y ahí me enteré de que será papá en unos meses. ¡¡¡Menudo trajín le espera!!!. Luego, hablando con él también me enteré de algo que ya había escuchado en la cola de facturación y es que había overbooking. Lo que no sabía yo es que ese overbooking podía acabar en un "upgrade" a Primera Clase para los que tuvieran la tarjeta Oro o Platino, que era nuestro caso, que fue precisamente lo que pasó. A él se lo dijeron directamente y conmigo se hicieron rogar. Cuando ya marchaba para el pasillo, camino del finger, me llamaron para decirme que yo también iba en primera.

Y no es que aquí se pare la historia, pero casi. Entré en el avión, leí unos minutos hasta que fue a despegar y me quedé dormido. Era algo que ya sabía y lo lamentaba sobre todo por el bocadillo de jamón que me hubiera tomado o incluso guardado para el vuelo de Austrian. Pero nada, me desperté ya llegando a París. Mi compañero de aventuras me preguntó si al final había desayunado en el avión, le dije que no y poco más. Tras eso le pregunté por la sala VIP de Air France, cuya ubicación desconocía, a pesar de haberla buscado la semana anterior, aunque sin mucha convicción. Me dijo donde era y entonces entendí por qué no la había encontrado, se encontraba antes de pasar los Rayos X y no después como en Málaga. En Viena realmente era también antes pero bueno, en ese momento no se me ocurrió que pudiera ser así. Ya no me daba tiempo de verla porque comenzaban a embarcar pero me prometí que el viernes la vería y así podría saber si estaba tan bien como este chico decía.

Luego el avión para Viena, y ya a partir de ahí lo normal ... lo normal de cuando llevas maleta. Me la habían perdido, tuve que reclamar, ayudé también a una pareja de recién casados gaditanos con el mismo problema y escuché con resignación a los trabajadores de Air France que venían a dar a entender que la culpa era mía por coger dos vuelos tan seguidos.

Y poco más, mucho trabajo, muchas prisas que les han entrado ahora y poco más. Eso sí, el martes llamé preguntando por la maleta pues estuve todo el día de reuniones y, si me habían llamdo, no me había podido enterar. Me dijeron que estaba allí pero que aparentemente no me habían llamado y aunque me ofrecieron un servicio de taxi para llevar la maleta, ya era mucho jaleo y preferí que la entregaran normalmente al día siguiente. Mientras, aproveché la tarde para ir a comprar las cosas que necesitaba en el Centro Comercial Aupark. Ya el resto casi que mejor en el vuelo de vuelta.

Un saludo, Domingo.

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