Pues al final sí que pasó algo el jueves, algo que he recordado hace poco. El jueves, yo estaba más que hecho a la idea de que iba a salir tarde, tal como llevaba haciendo esa semana. Sin embargo, sobre las cuatro de la tarde o así, empiezo a ver desfilar a mis compañeros con dirección a la puerta. Esto no es nada nuevo, de vez en cuando tienen reuniones a las que van todos y a las que, obviamente, yo no voy porque no pinto nada.
Pero curiosamente esta vez me preguntaron que si yo iba. Pregunté que qué tipo de reunión era y me dijeron que una que hacen con carácter trimestral para ver el estado de la cosa. Yo entendía que no debía ir porque al fin y al cabo soy de la misma empresa pero de otro país. Pero no, me dijeron que no había problema en que fuera. Total que salimos y, pasado aquel sitio donde me llevaron a comer halusky la primera semana, a unos 15-20 minutos de distancia andando, todo el mundo entró en un edificio. El edificio era cuando menos extraño, con murales llenos de gráficos en plan cómic. Algunos de los personajes de tan curioso retablo me eran conocidos, o al fueron reconocidos por mí. En particular estaba Marilyn Manson, Prince y alguno que otro más. Pregunté por la peculiar decoración y me comentaron que aquello era un pub que se llenaba hasta arriba los viernes por la noche.
Entramos y en lo que normalmente debe ser una pista de baile había dispuestas multitud de sillas. Nos sentamos de cara al sitio donde supongo que actuarán los grupos en directo y de espaldas al bar. Sobre nuestras cabezas pendían las típicas bolas "multiespeculares" y focos de colores ... convenientemente apagados. Allí estuvimos durante casi una hora, tiempo durante el cual los peces gordos de Bratislava explicaron lo que tenían que explicar dando en la sección final de ruegos y preguntas, toda una lección de arte y tronío que ni José Tomás en sus mejores tardes en la Monumental (que por cierto, parece que van a cerrar).
Entre los contertulios allí presentes, (contertulios oradores, claro está) destacó uno de los jefes a nivel mundial o cuasi mundial dueño de un acentazo francés tan grande que yo casi estaba por pedirle que hablara en francés ya que probablemente lo entendería mejor :-). Este mismo señor estuvo presente en la reunión del día siguiente haciendo preguntas que, si bien eran fáciles, la gente no tenía especialmente preparadas y les llevó su tiempo salir airosos del tema.
Pero bueno, volviendo al tema de la fiesta, la reunión acabó y tras ella se suponía que todo el mundo se trasladaría a un pub/restaurante llamado "Road 69" que no debía estar muy lejos. Un compañero se ofreció a llevarme y, como quiera que yo tenía todas las cosas en la oficina, tuve que volver a por ellas. Allí me encontré con otro compañero que no iba a la fiesta porque tenía partido de Badminton :-).
Bajé y me encontré a Vlado, que así se llama el compañero, esperándome en su Skoda Octavia o algo así. Un coche bastante grande aunque también con sus añitos. Lo de los coches de aquí no termina nunca de sorprenderme porque claro, los nombres que para nosotros son conocidos desde hace poco allí, aquí tienen historia y más historia a sus espaldas.
Me monté en el coche y pusimos rumbo a la calle donde debía estar aquello. Era más o menos cerca de donde estaba el Carrefour, pero bastante alejado de mi apartamento. Enfilamos la calle hablando y comentando las diferencias entre los jefes eslovacos y los españoles y mirando a ambos lados a ver si veíamos algo. Eso hicimos hasta que la calle (una calle bastante larga) se acabó y comenzaba ya la autovía. Así que dimos la vuelta y empezamos a buscar en la dirección opuesta. Incluso nos paramos en una gasolinera y yo le pregunté al dependiente si conocía el lugar.
No ha colado, ¿no?. Pues sí, era difícil, pero había que intentarlo :-). Evidentemente no fui yo el que preguntó. Pero hubiera dado igual porque el dependiente tampoco sabía donde estaba el sitio. Así que Vlado llamó a nuestro jefe y él ya le explicó. De hecho, unos 200 metros más adelante, yo mismo vi el cartel indicatorio o indicativo hacia la derecha. Entramos y aparcamos en una amplia explanada que había a tal efecto.
Con paso decidido y algo de frío, entramos en el sitio mirando a diestra y siniestra a ver dónde estaban el resto de compañeros que habían ido en autobús porque decían que querían llegar antes ... no fuera a ser que se acabara la comida, supongo. Tomamos asiento y procedimos a llenar nuestros platos. Yo en la primera andanada probé el pollo, las verduras a la plancha y creo que algo de jamón york con ensalada o algo así. En la segunda andanada cayeron el salmón con salsa de mostaza o tártara (no recuerdo) y no sé qué más. Tras ello, el postre a base de manzana y diferentes tipos de queso :-).
Una vez bien cenados, llegó el turno de la música en vivo. Esta vez fue un grupo local con mucha fama y predicamento entre la juventud bratislaveña. En particular había más de uno y más de dos descoyuntados bailando al ritmo que tocaba la banda. Esto fue curioso porque el cantante me recordó a mi antiguo compañero de instituto Pablo, que también cantaba, aunque él era cantautor. Pero lo más curioso no fue eso, fue que antes de actuar lo vi con una camiseta un tanto extraña con un lema en inglés como de pertenecer a una banda de música y pensé que vaya personajes había por allí y las camisetas que me llevaban como si fueran músicos. Y al final resultó ser el cantante, tócate los ... teclados.
El espectáculo me gustó algo más que el de la otra fiesta al que me invitaron aunque como me dijo Vlado al día siguiente, el de la primera fiesta era mejor porque la cantante era una señorita de buen ver por mucho que no se supiera en qué idioma cantaba y que incluso alguna canción la acabara con un "Spasiva" con lo cual ya sí que no quedaba claro si estaban cantando en eslovaco o en ruso. Eso para ellos, para mí por supuesto era absolutamente indistinguible, a la par que indiferente e incluso inverosímil si se hubiera dado el caso.
Aunque antes debería haber dicho las tres o cuatro canciones que escuché, más que el espectáculo, porque no llegué a quedarme para verlo entero. Mi chófer personal debía irse y yo aproveché para irme con él. Le pedí que me dejara en algún sitio donde no tuviera que desviarse mucho y me dejó en el Lidl para acabar yendo hasta mi apartamento porque no podía dar la vuelta antes. En cualquier caso, no me importó porque tenía que comprar para el fin de semana y ya pensaba que no iba a poder hacerlo.
Y ya está, el viernes sí que estuve trabajando hasta tarde y el sábado iría a Viena.
Un saludo, Domingo.
lunes, 19 de octubre de 2009
01/10 La Fiesta
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