jueves, 5 de noviembre de 2009

19/10 La gastro

Y no es el Gastro-passe o algo así que viene a ser el equivalente eslovaco del Ticket Restaurant, Ticket Restaurant que también tienen por aquí, por otro lado. Bueno, cualquiera que haya leído la entrada anterior sabe que me refiero a una gastroenteritis pero no adelantemos acontecimientos y cada cosa a su debido tiempo.

La semana empieza con ... aviones, taxis, salas VIP, etc. Ese día en cuestión creo recordar que desayuné en Málaga mi taza de leche con frutos secos o muesli o lo que sea que ponen allí en la sala VIP. A continuación cogí el avión y me encontré con que el asiento de al lado iba vacío. Aunque el Málaga-París es el vuelo en el que menos disfruto de un asiento contiguo vacío, la verdad es que me alegró. Antes de dormirme, además me dio tiempo a saber que en la fila de la lado había una famila de 7 u 8 personas, incluyendo un niño pequeño, divididos en dos o tres filas. Además, en un momento dado la azafata se acercó para ayudarles aunque la verdad es que lo tenían todo bastante bien controlado. Eso sí, la señora, joven pero señora, necesitó apenas unos segundos para aclararle a la azafata que el niño pequeño no pagaba billete porque lo llevaba en brazos.

Y poco más, caí frito, como siempre, despertándome cuando el avión llegaba a París. Aunque al llegar noté que algo había cambiado con respecto a antes de dormirme. En particular, ya no disponía de tanto espacio libre. Una rápida, aunque somnolienta, mirada me sirvió para darme cuenta de que el hombre que había iniciado el viaje en el pasillo estaba ahora a mi lado, el que estaba en el pasillo de la otra fila ahora estaba en el pasillo de la mía y el resto de la familia se había reorganizado.

Debido sobre todo al sueño, tardé en darme cuenta de que lo que habían hecho era ponerse más cómodos, en particular la señora que llevaba el niño. Vieron el asiento libre entre mi persona y uno de los miembros del clan y, amparados por la oscuridad, el sueño y la superioridad en número, lo conquistaron. No los critico, yo creo que hubiera hecho lo mismo. Eso sí, al despertarme el que estaba a mi lado, que parecía uno de los patriarcas y como tal, o quizás no como tal pero el caso es que lo hizo, me habló directamente en plan jocoso alabando el viaje que me había pegado. Le comenté lo de la biodramina y esas cosas y nada, a abandonar el avión se había dicho.

Yo cogí mi maleta, esa misma que me lleva acompañando durante los últimos viajes y que, Dios mediante, me permitirá recoger todas las cosas para la semana que viene que será mi última semana aquí. Total, que cojo mi maleta casi vacía, ocupada solo por una mochila también vacía y para la sala VIP de Air France. Esta vez, como ya me conocía el cuento, no pregunté si al vuelo le faltaba mucho para salir. Entré y me di prisa. Re-desayuné, cogí además unos cereales para desayunar en Bratislava cuando se me acabara el pan, el tostador o ambos, cogería alguna cosilla más para el camino y pitando de nuevo. Llegué a la puerta de embarque justo cuando este empezaba así que todo perfecto.

De ese vuelo no recuerdo mucho, salvo que creo que no me comí el sandwich entero, creo que solo una parte y que me tocó a mi lado otro espécimen raron en cuanto a los sitios se refiere. Este chico en cuestión se tiró todo el viaje en el asiento del medio teniendo libre como tenía el asiento del pasillo. Pero nada, aquella era mi semana de los compañeros extraños de avión.

Tras eso, la llegada a Viena, el taxi a Bratislava y poco más. Nada más llegar vi que no hacía tanto frío como la semana anterior aunque desde luego no estaba en Málaga. Ese lunes trabajaría como ya casi todos los días hasta tarde y poco más.

Y en estas que llega el martes. Llega y empieza con un posible causante de la gastroenteritis, el desayuno. El otro posible causante es la comida porque desde luego la cena no fue. Ese semana además había empezado una promoción por la cual todos los días hay un menú que vale 2,49 euros en vez de los 3,95 habituales (el menú está compuestos de una sopa y un segundo plato y no incluye bebida, ni pan ni postre). Al estar en eslovaco la verdad es que no sabía muy bien cuál de los menús era el de 2,49 pero daba igual, a esos precios tampoco es que me fuera yo a pelear con nadie. Así que me decidí por el plato que más me apetecía que era el queso empanado con las patatas cocidas y la salsa de yogur.

Me lo comí pero o bien era culpa del desayuno y al final no tenía mucha hambre o bien era culpa del plato en cuestión y el queso y la salsa no los notaba yo como siempre. Pero nada, no le di mayor importancia y de vuelta al trabajo. Acabé también tardecillo, sobre las 8 y media y antes de volver al apartamento me pasé por el Lidl para comprar provisiones. Ya en el camino y a la salida del Lidl me empecé a encontrar regular. Esperaba yo que el aire fresquito me mejorara pero no hubo suerte. Así que llegué a casa y ... empezó el show.

Fue un show muy atípico para mí con funciones a primera hora de la parte de arriba y a última de la de abajo y entonces comprendí perfectamente a mi abuela cada vez que ella ha tenido un ataque y luego describía gráficamente cómo se sentía. Yo la verdad es que me encontraba bastante confiado en que sería una cosa temporal y que en cuanto echara lo que me había sentado mal, me pondría bien. Pero ese momento no llegaba. Y no solo no llegaba sino que además la cantidad de líquido que había expulsado de mi cuerpo no parecía importar al cuerpo para seguir arrojando líquido. Entonces sí que me empecé a preocupar algo más por un posible riesgo de deshidratación por muy remoto que este fuera.

Intenté en la medida de lo posible tomar líquidos, incluso tomar algo de yogur natural que según con quien hables es lo mejor o lo peor que puedes hacer. A mí no me sentó mal. Tampoco sé si me sentó bien porque lo expulsé rápidamente junto con el poco plátano que había ingerido. Así estuve aproximadamente desde las 9 de la noche que empezaría hasta la una y pico de la mañana.

Aquella noche, en vez de echarme en el sofá me acosté en la cama, preparé el cubo de la fregona ... por si acaso y cada cierto tiempo me levantaba. Como digo, a la 1 y media o cosa así conseguí dormirme y cada cierto tiempo me despertaba con el malestar propio de la situación. Me levanté un par de veces para vomitar, aunque no demasiado y a continuación bebía algo de agua y me volvía a acostar. A la segunda o tercera vez ya simplemente bebía el sorbito de agua.

Ahí más o menos sabía ya dos cosas, la primera es que iba a estar varios días ronco y la segunda que el miércoles no iría a trabajar. De hecho, sobre las 8 y algo me desperté, cogí el ordenador que se había quedado encendido toda la noche en la mesita de noche, por si necesitaba hablar con alguien con carácter de urgencia y mandé el consabido correo informando de que no me encontraba en condiciones de ir a trabajar. Mi jefe ni me contestó pero bueno, es lo que hay :-).

Seguí durmiendo lo que pude hasta que sobre las 11 o las 12 llegó la señora de la limpieza. Llamó antes de entrar y luego empezó a decir cosas en un eslovaco que, por su procedencia cercana a la orilla izquierda del Danubio, no pude entender. Básicamente ella me decía que estaba allí para limpiar, si había algún problema y yo que estaba ronco perdido, casi mudo y que no había ningún problema. Así que nada, yo cerré la puerta, volví a acostarme y mientras ella estaría durante media hora o una hora haciendo el paripé. Llegado el momento se despidió y se marchó.

Entonces yo aproveché para salir y para asaltar la nevera en todo aquello que pudiera hacerme bien. Decidí que aquello sería un yogur natural y un plátano y poco a poco me lo fui tomando. A continuación me eché en la cama y me quedé dormido hasta que, unas horas más tarde, me desperté entre penumbras. Debían ser las seis o así y ya era de noche ... ¡¡¡Y eso que no habían cambiado todavía la hora!!!.

El resto de la tarde lo pasé con el ordenador, hablando, creo que ordenando algo las fotos y no recuerdo qué más. Por la noche pues más yogur y plátano y ya está, hasta el día siguiente cuando empezaría la búsqueda activa del Aquarius.

Un saludo, Domingo.

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