jueves, 5 de noviembre de 2009

22/10 Tónica de Limón

El jueves me levanté ya más o menos bien de arriba y de abajo, pero con pocas ganas, evidentemente, de comer sólido. Así que decidí comprar Aquarius o en su defecto cualquier otra bebida isotónica. Así que nada, fui al Lidl y tras dar varias vueltas me fui con la impresión de que no había mirado bien porque no había visto nada que se le pareciera. Lo único era una botella de algo llamado "Tonic" que vete tú a saber si era tónica o no. La tónica era mi segunda opción, claro está.

Del Lidl pasé a un ultramarinos que hay cerca del apartamento y donde había visto un frigorífico con bebidas. Pero nada, muchas bebidas pero nada de Aquarius. Y de ahí pasé al lado de otro sitio parecido con idéntico resultado y por último a un supermercado lo suficientemente grande como para estar seguro de que allí no podría faltar. Es más, dudaba incluso si mirar en el trabajo pues me sonaba haber visto a algún compañero con una lata pero bueno, la verdad es que yo necesitaba una botella de más de un litro más que una lata.

Así que llego al supermercado y por más que miro y remiro no hay nada. Como ya se habían acabado todas mis opciones, me decanto por un "Limón amargo Schweppes" que al final resultó ser justo lo que yo supuse, tónica con un toque de limón que estaba aceptablemente buena y que encima me venía bien para lo mío. Pagué el euro y pico que costaba y me fui al trabajo haciendo cábalas acerca del dinero que me había gastado en comer esa semana y que ascendía a la friolera cantidad de algo más de un euro al día para comer y cenar. Eso sí, con amplios períodos en los que no había comido nada y que falseaban terriblemente la estadística, pero para eso están las estadísticas :-).

Y en el trabajo pues vuelta al mismo, sin apenas voz y bebiendo tónica cada dos por tres. Así me pasé el día, rechazando amablemente la invitación a comer de mis compañeros e hidratando mi cuerpo con un par de litros de tónica limonada. Al llegar la noche, me hice una sopita de noodles instantáneos que me demostró que mi estómago no estaba todavía al 100% y poco más. No recuerdo bien si la maleta la hice el jueves o si la había hecho ya el mismo miércoles pero bueno, evidentemente es día la maleta ya estaba hecha y presta a viajar conmigo de vuelta al día siguiente.

El día siguiente, viernes, empezó la normalización. Comí algo de arroz y mi estómago lo toleró con normalidad. Luego, sobre las tres y media el taxi rumbo a Viena, allí la sala VIP donde probé alguna que otra cosilla y, sobre todo, limón amargo Schweppes (lo que son las cosas) y rumbo a París y luego a Málaga donde llegaría, como siempre, sobre las 11 y algo de la noche para entrar en casa casi a las 12.

Un saludo, Domingo.

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