miércoles, 5 de agosto de 2009

29/07 Conociendo la ciudad

El miércoles de la semana pasada, hace justamente una semana, decidí que había que moverse (tenía que moverme) y que lo mejor que podía hacer era darme un paseíto hasta el centro prescindiendo de autobuses, tranvías y, por supuesto, taxis. Así que nada, empecé a caminar y caminar y caminar y a los 10-15 minutillos ya estaba en el que era mi antiguo hotel. Una vez ahí, cogí el camino que debía haber tomado la primera vez cuando intenté coger la hipotenusa pero ella fue más rápida que yo. Serían unos 5 minutos hasta el lugar donde en cierta forma "empieza" lo que podríamos llamar centro, pero que no es todavía el centro histórico de Bratislava.


Allí, con mis nuevos conocimientos sobre la ciudad, nada comparables con los que iba a obtener durante el camino, decidí que no iba a bordear el cementerio y el parque como la otra vez sino que iba a seguir recto pues calculaba yo que así llegaría antes al Centrum. Y así hubiera sido de no haberme desviado después, claro está. Debí andar otros 5-10 minutos hasta que me encontré un supermercado Tesco en el que entré para ver si había camisetas deportivas de Eslovaquia (qué cansino me estoy volviendo con esto, a ver si le pregunto ya a mis compañeros por los 20 duros :-D). Estuve un rato dentro pero no vi nada que me conviniera, quitando unas camisetas, que no estaban mal, a 13 euros pero que no eran lo que buscaba.

Salí del Tesco con las manos vacías y los bolsillos llenos ... de manos, claro está. Nada más salir veo un cartelito que indica el centro de la ciudad justo en línea recta. Yo, ávido de demostrar a quien quisiera seguirme, mi exquisito sexto sentido arácnido, pensé que en vez de ir en línea recta, mejor tiraba hacia abajo que probablemente unas calles después me encontraría con el Centrum, Centrum. Y eso hice.

No tardé en darme cuenta de que probablemente el cartel tenía razón y yo no pero entonces puse en marcha mi plan B: aumentar la parte de ciudad que había visitado con el fin de tener un mejor mapa mental de la misma. Y así seguí durante otros 10 minutos o así, andando junto al río hasta que un cartel me indicó que Petrzalka se acercaba y eso invariablemente quería decir que el centro comenzaría a alejarse en breve. Así que en el primer sitio que puedo giro a la derecha y pongo proa al centro. Ya nada más girar la cosa pintaba bien pues aquello era una plaza que me sonaba a la que aconsejaban para bajarse de los transportes públicos por ser la más céntrica. Lo que no sabía yo es que era "tan céntrica". Anduve 50 metros y me encuentro con mi amigo el de la alcantarilla :-O.

Así que nada, ya había vuelto a terreno conocido y mi mapa mental se había ampliado un poquito ... tocaba ampliarlo más. Pasé por donde siempre, incluida la plaza central donde aquella vez creo que no tocaba nadie aunque sí estaba abierto uno de los puestos que vi cerrados la otra vez. Se trata de quiosquillos donde guardan las cosas típicas que se venden a los turistas. Miré a ver si había ... de eso, pero no había y lo que había no era lo que buscaba y era muy caro.

Seguí avanzando y llegué a la puerta de San Miguel, la cual atravesé sin dar limosna a una de las personas que se turnan en aquel sitio. Es una pena pero supongo que muchos de ellos no lo considerarán así y estarán muy contentos de vivir realmente libres y sin ataduras solo con lo que el día le va trayendo. Definitivamente no es mi estilo. Volviendo a lo que íbamos, llegué a la calle por la que entré la primera vez y, a pesar de que dudé un momento, la supe reconocer.

Y ya llegamos a la auténtica fase de rastreador que era probablemente la principal misión que me había encomendado a mí mismo. En una bocacalle, me desvié para callejear por la zona y descubrir un escurridizo restaurante indio. En seguida me di cuenta de lo cerca que había estado la primera y segunda vez que estuve en el centro pues esas dos calles principales estaban separadas por escasamente cien metros. No sé si estuve tentado de ver qué más podría haber por allí pero si lo estuve, no me consiguió quitar el objetivo de la cabeza el objetivo principal; objetivo que alcanzaría unos metros más adelante cuando primero vi un restaurante libanés (buen presagio) y a escasos metros el famoso restaurante indio. Subí un poco hasta ver de nuevo la calle de la segunda vez y, como no había nada más excepto unos haciendo una mudanza en una tienda de tejidos, bajé con destino a la calle de la primera vez, que conocía mejor pues había ido andando en vez de en tranvía como fue la segunda.

Llegué a esa calle y vi que justo a la entrada, en frente, había un restaurante griego ... todo encajaba como un infinito puzzle, que hubiera dicho Salva. Y con la misión más que cumplida, tomé rumbo a casa ... o casi. Digo casi porque había una misión secundaria.

Por la mañana, precisamente había estado comentando a mis compañeros el trayecto del primer día y en particular me dijeron, a partir de mis indicaciones, que había estado en la calle Obchodná, como así era. Sin embargo, cuando les hablé de un restaurante ruso que había cerca, los pillé completamente fuera de juego. Tan fuera de juego los pillé que ya empecé a dudar si no me habría equivocado. Pero yo lo tenía bastante claro, debía ser entre esa calle y la plaza América que están separadas por una callecita bastante corta. Y hubiera sido más corta si yo hubiera cogido la calle esa en vez de una paralela pero bueno. El caso es que cuando ya empezaba a dudar si recordaba bien o había tirado por donde no era, vi el final de la plaza América en vez de el principio. Así que fue cuestión de bajar un poquito y encontrarme con un edificio enorme llamado "Metropol" y donde en letras de considerable tamaño presentaba sus credenciales el restaurante de comida rusa ... Metropol. Además en el mismo edificio, que antes fue un cine y también un banco, había también una tienda de caviar.

Así que nada, ya tenía material para hablar al día siguiente :-). Aunque no hizo falta pues Vlado, eslovaco de pura cepa aunque el nombre suene solo a ruso, me dijo que había estado dando una vuelta por allí y que había visto el restaurante. Entonces fue cuando me contó lo del cine y lo del banco. Pero eso fue al día siguiente.

Esa noche, ya lo que me quedaba era volver y a ser posible no demasiado tarde. Todo el tiempo que había invertido de más en la ida al centro lo había recuperado con mi fugaz paso por el mismo y el pequeño desvío hacia el Metropol tampoco había tenido un gran impacto. Debía llevar unas dos horas andando y aproximadamente una media hora por delante para volver al apartamento. A pesar de que más o menos iba bien (había calculado que andaría entre dos y tres horas) o quizás por ello, me decidí a callejear otro poco aunque llendo casi a tiro fijo, la verdad. De hecho en realidad acorté camino pues ya sabía más o menos que me ahorraría de nuevo lo del parque y el cementerio (viejo cementerio, supongo que es, aunque no lo sé).

Llegué al cruce de caminos al lado del edificio de BMW y ya solo era cuestión de acertar con la calle a tomar. Esta vez acerté y además me di cuenta de que probablemente la primera vez, de haber continuado 100 metros más, me hubiera topado con el hotel. Pero como no lo hice, me tocó dar el rodeo de 15-20 minutos que ya comenté.

Del hotel hasta el apartamento ya fue coser y cantar. Pasé al lado del otro restaurante griego que ya conocía (el que está justo al lado del hotel), marché sobre el camino hacia el mercadillo, crucé el mercadillo, salí por la salida que no me convenía y que me hizo dar otro rodeo tonto pero llegué al apartamento a la hora prevista.

Tras eso, a ducharse, a cenar y poco más. Esta semana que da ver qué hago porque mañana definitivamente debería darme otra vuelta pero todavía no he decidido dónde. Quizás otra vez el centro para seguir conociendo cosas, no sé.

Un saludo, Domingo.

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