jueves, 6 de agosto de 2009

31/07 Despistes

Algo despistado debía andar yo, ciertamente, para no haber solicitado antes que me reservaran el taxi para el viernes y la vuelta el lunes. El caso es que al llegar el jueves por la tarde-noche al apartamento me di cuenta y envié, raudo y veloz, un correo solicitándolo. Y entonces ya me volví a descuidar/despistar. Fue casi lo único que debí hacer si exceptuamos que cabe la posibilidad de que volviera a comer halusky pero esta vez con estofado en vez de con queso. El de queso sin duda está mejor.


El viernes en teoría debía haber pasado como casi todos los viernes de un tiempo a esta parte, de forma rutinaria. Sin embargo el despiste del día anterior lo evitó. Debían ser algo así como las 11 cuando me di cuenta de que la persona a la que había enviado el correo el día anterior era la misma de la cual había recibido un "out-of-office" el lunes o el martes indicando que, por motivos de salud, no se encontraba en la oficina. Ese mismo día mi jefe también se marchó enfermo y, según parece, han sido varios los que han contraído una extraña gripe que no parece porcina. En cualquier caso, probablemente mi correo hubiera caído en saca (de correo) rota.

Así que empecé la operación "Remover cielo y tierra" y llegué a movilizar a dos personas y a un grupo de personas al cual pertenecían estas dos, aunque no sé cuántas más. Yo ya podía hacer poco más, irme a comer y esperar la respuesta. La comida fue agradable. A pesar de que fui solo pues mis compañeros estaban perdidos en combate, allí me encontré con uno de ellos y poco después se nos unió otro. El primero se marchó pues tenía prisa y yo me quedé acompañando al segundo que, aunque no tengo un excesivo trato profesional con él, probablemente es con el que mejor trato personal tengo. Este chico acabó de comer y nos dirigimos de nuevo de vuelta al edificio.

Una vez allí, faltarían un par de horas para la llegada del taxi ... si es que llegaba y todavía no había recibido ninguna confirmación así que volví a poner en marcha la maquinaria pesada y, en unos minutos, ya recibí la buena nueva de que me recogerían. El resto del tiempo, lo pasé haciendo algo, no sé muy bien qué, pero sé que no demasiado importante pues lo principal que tenía que hacer ya lo había hecho entre el día anterior y por la mañana. Así que así estaban las cosas a falta de 30 minutos cuando otro compañero me llamó para ver si podíamos mirar un asuntillo que se traía entre manos y para el cual no estaba demasiado seguro de qué significaba cada cosa ni, por supuesto, de si la traducción que habían hecho con Google Translate era buena.

Me puse con él y mientras encendí un ordenador para mirar el código de la reserva que debía usar posteriormente en el aeropuerto. El ordenador, si es que se le puede llamar así, tras 15 minutos consiguió arrancar y mostrarme un internet explorer con la información ... información que luego comprobaría que no sería suficiente. Así que tras apuntar el numerito y terminar de aclarar los puntos pendientes con Vlado, bajé y me monté en el taxi. Había llegado unos minutos después de lo acordado pero bueno, tampoco era gran cosa. Lo que sí fue algo mejor fue el hecho de que la biodramina no me la tomé con agua, simplemente me la tragué pues cuando bajaba me di cuenta de que se me había olvidado tomármela con la comida.

Otras veces me había ocurrido eso y había entrado rápidamente al cuarto de baño pero esta vez el ascensor estaba ya allí esperando y decidí que debería demostrar que tenía buena boca. La pastilla es chiquitita así que se dejó tragar sin poner demasiadas pegas. Y algo de acción debió surtir porque la parte final del viaje la hice adormilado.

Casi como siempre, del sopor me despertó la desaceleración del coche al afrontar la rampa del aeropuerto. Me bajé y tras despedirme en un eslovaco casi de premio del chófer, procedí a hacer el check in ... como cuando trabajaba con Visual Sourcesafe :-P. El número que había sacado efectivamente no funcionó pero al menos sí lo hizo el escaneo que la máquina hizo del carnet de identidad. Eso me evitó tener que llamar a una azafata de esas que se mosquean muy pronto cuando le dices que la máquina no funciona ... aunque no funcione.

Y nada, saqué mis billetes, entré en el aeropuerto, me tocaron otros dos euros de descuento que empleé en galletas y rumbo a París-Málaga. Los viajes fueron bastante normalitos si exceptuamos que el Viena-París lo hice junto a la selección sub-18 de Francia. Había que ver a todos esos niñatillos (que ponen la pelota donde les da la gana, eso sí) y las pintas que me traían. Había casi de todo y muchos de ellos con chanclas pero bueno, supongo que será normal viajar así para ellos. Otros en cambio iban con su iPhone y con su juego de neceser, maleta o lo que fuera de no recuerdo qué diseñador famoso y que seguro costaban un pastón. También es posible que sean jugadores de segunda división francesa o similar.

Casi lo único que les entendí fue el Inter había triunfado cambiando a Ibrahimovic por Etoo y 40 millones. El resto la verdad es que mi francés todavía no da para tanto (a pesar de que parece que ha mejorado bastante en lectura como lo demostró al cubrir bastantes páginas durante el viaje del libro que terminaré mañana: De la Terre á la Lune, de Jules Verne :-O. Qué bueno era ese hombre, pero eso es más bien para el otro blog ... si es que saco tiempo para actualizarlo.

Volviendo al tema, llegué a París y luego París-Málaga sin mucho que reseñar salvo que volvimos a llegar temprano, tras dos semanas llegando a la hora. Sobre las 11:30 llegaría a mi casa, con hambre, cosa que no suele ser habitual y tras cenar y arreglar el teléfono que se había cargado una subida de tensión, me acosté.

Mañana imagino que la cosa será más o menos parecida, si quitamos los despistes con los taxis, que esta semana si está ya pedido y confirmado :-).

Un saludo, Domingo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario