La tarde anterior había estado trabajando hasta las 8 y pico. Lo recuerdo porque estaba interesado en acabar lo que estaba haciendo habida cuenta de que el viernes me lo iba a tomar libre. Pero no solo lo recuerdo por eso, lo recuerdo también porque a las 8 y pico me llamaron del aeropuerto de Viena para decirme que ya tenían la maleta. Al parecer habían estado intentando contactar conmigo durante la mañana pero yo estaba reunido y no me enteré (y tampoco me dijeron nada). Quedaron en enviármela al día siguiente … justo a tiempo.
Por la mañana fui al trabajo como siempre y pronto recibí el mensaje acerca de que el avión de Málaga iba con retraso, con bastante retraso. Finalmente saldría unas tres horas más tarde de lo previsto. Calculo que poco después de salir el avión de allí, me llamarían de la maleta para decirme que estaban en el parking del edificio. Bajé, miré y remiré pero allí no había nadie. Finalmente, al inicio del aparcamiento, vi un coche familiar, muy distinto a la furgoneta que yo buscaba y que me había llevado la maleta la primera vez. Firmé, subí la maleta al trabajo e hice tiempo para volver al apartamento a dejarlo todo y a recibir a la visita.
Sobre las 3 y media o así, me despedí momentáneamente de mis compañeros y con mi maletita a rastras me dirigí al apartamento. Una vez allí, la deshice, saqué todo, lo coloqué y esperé un rato hasta que finalmente llegó el taxi procedente del aeropuerto. La verdad es que me pillaron en fuera de juego porque pensando que no habría problema me bajé sin el móvil y con "La Eneida" a la que le quedaban todavía unas cuarenta páginas para acabarla (por cierto, me gustó más tanto la Ilíada como la Odisea o al menos guardo mejor recuerdo). El caso es que cuando me vine a dar cuenta me estaban llamando a voces porque el taxista les había cobrado en efectivo (no debía porque en teoría ya estaba pagado pero eso es otra cosa), y les estaba haciendo la factura aunque no sabían muy bien a nombre de quién ponerla.
Eventualmente se pudo subir al apartamento y tras explicaciones varias, incluyendo que no hacía falta por el momento ir al centro, me volví para el trabajo a acabar mi jornada laboral. La verdad es que por un día que hubiera salido antes tampoco hubiera pasado nada pero bueno, tampoco quería que por lo que fuera estuvieran hablando de mí. Estuve en el trabajo otro rato medio tonteando con una cosa y con otra y al acabar, me dirigí de nuevo al apartamento. Allí llegué, habían comprado ya tropecientas cosas en el Lidl y tras ducharme y eso salimos a cenar a la "Taverna" griega que hay por aquí cerca y que pasa por ser no solo el mejor restaurante griego de Bratislava sino también un restaurante griego auténtico con auténticos productos importados desde Grecia. Cenamos, volvimos para el apartamento, vimos que el sofá cama realmente era sofá cama, tuve la tentación de apuñalar por la espalda al colchón inflable pero bueno, al final quedó solo en la tentación. Y menos mal porque al día siguiente decidirían que hacía falta.
El día siguiente la verdad es que tampoco es que tenga mucho que contar. Fue básicamente el típico día de Bratislava con sus horas de trabajo, llegar más o menos tardecillo al apartamento y con la única peculiaridad de que el resto de personas también llegaron tardecillo y al final cenamos allí en vez de salir a ningún lado.
Un saludo, Domingo.
viernes, 28 de agosto de 2009
12/08 La llegada
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